Escuchar nota
Getting your Trinity Audio player ready...

Según la RAE, ciencia es la rama del saber humano constituida por el conjunto de conocimientos objetivos y verificables sobre una materia determinada que son obtenidos mediante la observación y la experimentación, la explicación de sus principios y causas y la formulación y verificación de hipótesis y se caracteriza, además, por la utilización de una metodología adecuada para el objeto de estudio y la sistematización de los conocimientos.

Vaya…, que bonita definición.

Pero yo voy a hablarles de la ciencia que yo conozco:

Durante unos treinta años, de 1920 a 1950, la “ciencia” (médicos incluidos) recomendaban fumar para adelgazar, aliviar el estrés o, incluso, para curar la tos. Fue en esa época donde las grandes tabacaleras tomaron el mando y, en conjunto con los médicos y la ciencia, promocionaban el cigarrillo a diestra y siniestra. 

Por ejemplo, Lucky Strike creó una propaganda que rezaba: “la protección para tu garganta contra la irritación y la tos” o Camel que decía: “De acuerdo con una encuesta reciente: más doctores fuman Camel que cualquier otro cigarro”.

Crecí en una época donde la “ciencia” y los médicos decían que no se debían comer más de dos o tres huevos por semana, porque era peligroso para aumentar el colesterol, cuando la realidad es que el huevo es uno de los alimentos más nutritivos del planeta, y una extraordinaria fuente de proteína.

Un solo huevo aporta seis gramos de proteína y 14 nutrientes esenciales, incluyendo vitaminas A, B, D y E, además de ser fuente de calcio, selenio y yodo. Los huevos son uno de los alimentos más nutritivos disponibles a nivel mundial. Está demostrado que el huevo es bueno para el cerebro, para la vista y para el corazón, incluso puede prevenir el cáncer de mama.

Sigamos hablando de ciencia…

Durante mi niñez, era prioritario e infaltable un vaso de jugo de naranja en las mañanas, porque la “ciencia” y los médicos así lo recomendaban, por su alto contenido de vitamina C, pero lo cierto es que al extraer el jugo de la fruta se obtiene agua con azúcar, porque las vitaminas y la fibra permanecen en la fruta. Un vaso de jugo natural tiene 10 cucharadas de azúcar, al igual que un refresco y ambos contienen fructosa, que causa obesidad visceral, y que induce cambios inflamatorios en el tejido adiposo visceral, incluida la infiltración de macrófagos, la producción de adipocinas inflamatorias y la disminución de los niveles de adiponectina. 

Grande la ciencia…

A lo mejor, usted también creció creyendo que el consumo de grasas saturadas elevaban el riesgo de enfermedad cardiovascular, diabetes y posible muerte por esa causa, algo que la “ciencia” y los médicos se encargaron de difundir, para librar de toda responsabilidad a los azúcares…, es decir que nos privamos de muchas cosas mientras la industria del azúcar se volvía millonaria, aunque estuviésemos poniendo en alto riesgo la salud pública, pues hoy se sabe que no hay asociación entre el consumo de grasas saturadas y el mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, diabetes y muerte.

Corría el año 1953 cuando una compañía farmacéutica suiza, Ciba, acababa de sintetizar una nueva sustancia cuyas consecuencias jamás imaginaron: la talidomida, cuyas pruebas se hicieron de forma incorrecta y los resultados se falsearon.

Basándose en estas supuestas «pruebas», las autoridades alemanas aprobaron la talidomida para humanos. No tenían ninguna razón para rechazarla, pues según los informes todo era normal y la talidomida la recetaban los médicos para prevenir la nauseas, vómitos y ansiedad en embarazadas. Su distribución fue muy amplia, abarcando su comercialización a varios países de Europa, África, América y también en Australia.

Las consecuencias no tardaron en llegar. Miles de niños (se estima que unos 15.000) padecieron los efectos de este medicamento: Nacían con una falta de desarrollo total o parcial de piernas y brazos (focomielia). Los obstetras detectaron que algo iba mal cuando esta rara malformación genética de causa espontánea había aumentado espectacularmente su frecuencia. Tras varias investigaciones y encuestas a mujeres cuyos hijos tenían focomielia descubrieron que el culpable había sido la sustancia que ellos mismos les habían recetado, la talidomida.

En 1955, aproximadamente 200 personas quedaron paralizadas y diez murieron después de contraer polio de la vacuna de Salk, ya que algunos lotes contenían virus activos aún, a pesar de que los fabricantes habían cumplido con las normas del gobierno federal. El suceso llegó a conocerse como el incidente Cutter, por el nombre del fabricante de una de las vacunas implicadas. Muchas personas lesionadas y sus familias entablaron juicios contra los fabricantes de las vacunas, y en la mayoría de los casos se llegó a acuerdos fuera de la corte.

Sigamos comentando sobre ciencia…

A lo mejor la “ciencia” a la que se refiere el ministro Salas, es la ciencia que le ha permitido al filantrópo  fundador de Microsoft causar daños atroces a niños que han sido vacunados sin garantías:  en diciembre de 2012 quinientos escolares del aldea de Gouro, en el Chad, algunos de solo siete años de edad, fueron usados como conejillos de indias del “MenAfriVac“, una nueva vacuna contra la meningitis desarrollada específicamente para África y financiada por la Fundación Gates. A las 24 horas de la administración del medicamento, 106 niños empezaron a experimentar mareos, alucinaciones y convulsiones. La mitad de ellos quedaron finalmente paralíticos.

En 2015, un equipo de investigadores se inventó a Anna Olga Szust, una falsa investigadora con un CV imaginado que escribió correos a 360 revistas científicas para trabajar en ellas. Aunque muchas rechazaron el ofrecimiento o no respondieron a él, varias, y entre ellas una española, aceptaron su solicitud. Así trabaja también la “ciencia”.

Aunque algunos científicos han sido acusados de fraude en uno (o varios) papers, hay un japonés que les saca ventaja a todos en el arte de la mentira científica. Se trata de Yoshitaka Fujii, un médico anestesista que publicó un total de 212 estudios. Después de una investigación exhaustiva de su trabajo, tras surgir cuestiones sobre él, se descubrió que solo tres de sus trabajos estaban claramente libres de duda y que 193 empleaban datos falsificados.

Así que, cuando hablemos de ciencia, hablemos también de éstas cosas REALES, y pidámosle a esa ciencia que demuestre las cosas, que permita la discusión y el debate entre “ellos los científicos” y quienes dudan de ellos, pues la ciencia verdadera se nutre de opiniones, hipótesis y demostración de hechos…, de no ser así, entonces no hablamos de ciencia sino de dogma, y muchos ya no creemos en religiones.

Por admin

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *